viernes, 3 de diciembre de 2010

De tu sangre

Y pensar,
que, trasciende hiriendo mi razón
como un torbellino enhebrado,
una corriente anhelante
de humo ocre que se extiende
con forma alucinante
en la oscura noche
que inquieta mi corazón.

Hacia ti,
hacia el sol,
en ti (alada tierra fecunda),
frente al mundo
¡Quiero vencer!
Controlar mi respiración,
ser la culminación que equilibra
éste impulso moribundo
y sentir;
jadear;
dejar que nazca el día.

Como una flor bonita
y también profunda,
como el viento que penetra
o el trueno en movimiento;
como la intensidad creadora
o el firmamento;
como una niña;
cómplice.

Ser el naranjo ameno en primavera
que impregna pasión,
la sustancia de tu sexo;
y en tu palabra
la fuerza de tu hélice.


Patricia